LA REBELIÓN DE LAS CANAS
Antonio de la Torre | 2 Febrero, 2022 | Pdf
La falta de relevo generacional existente en España nos ha
llevado a los ciudadanos que actualmente pertenecemos a la tercera edad a
significar una mayoría biológica y electoral que supone un capital social de
enorme importancia.
Somos una generación educada y forjada en el trabajo, el
esfuerzo y el mérito en todos los campos. Con una consistente formación humana,
reforzada tanto en el campo laboral como en el universitario y profesional.
Una generación que, ya en los finales de los años sesenta,
luchamos por revertir la situación política en España, que no nos agradaba, y
tuvo su máximo éxito cuando supimos pactar en 1978, buscando cerrar heridas, para
no incurrir en los errores políticos que nuestros padres pudieron haber
cometido.
Trazamos y consensuamos lo mejor para España. Para nosotros y
para nuestros hijos y nietos. Para nuestro futuro, en suma.
Llegados vitalmente a ésta edad, también tuvimos que afrontar
los perjuicios derivados de la crisis financiera del 2008. Sufriendo por
nuestras pensiones y apoyando, a veces con escasos recursos, las familias de
muchos de nuestros hijos en paro e incluso con una labor de “abuelos canguro”,
que socialmente no nos debería haber correspondido.
Estábamos preparados para ello. Supimos, en nuestra infancia,
lo que eran carencias, necesidades, orden y disciplina. Y lo superamos y
ayudamos a superarlo, con esfuerzo, con dignidad, con todas nuestras fuerzas.
Pero la vía de agua política en nuestro País seguía yendo, ya
entrado el siglo XXI, por unos derroteros de perjuicio para España que nos
alarmaban enormemente.
Elección tras elección, especialmente en los últimos años, veíamos
con tristeza que nuestros representantes no daban la talla. Su incapacidad en
todos los campos era cada vez más evidente. Y todo ello acompañado de un
innecesario derroche en gasto superfluo que nos llevaba a ocupar el lamentable
liderazgo de Nación con mayor endeudamiento y déficit de toda la Europa
comunitaria.
La gestión por parte del actual Gobierno de la catástrofe que
ha supuesto la pandemia del coronavirus, ha colmado el vaso de nuestra
paciencia. Una catástrofe no puede combatirse con un Gobierno catastrófico. El
resultado, a la vista está. Lamentablemente para todos.
Y de nuevo, otra vez más, nuestra generación está siendo la
gran olvidada, la gran perjudicada, la gran maltratada. Sin ninguna medida de
protección. Sin respetar siquiera el prioritario derecho de una muerte digna con
el correspondiente duelo y, en muchos casos, sepultura, por parte de familiares
y allegados en las condiciones adecuadas.
En definitiva, un delito de lesa humanidad, en todos sus
términos.
Llegada es, pues, nuestra hora. La de volvernos a poner a
disposición de la Sociedad. Con nuestra experiencia y con todo nuestro gran
caudal de saber, tanto vital como profesional. De nuevo, nos toca ponernos en
acción y en marcha, ahora, más que nunca, como esa nueva edición en forma de “TERCERA
JUVENTUD” de aquel Mayo del 68, más de cincuenta años después.
Tenemos, además, tiempo para la dedicación a la cosa pública.
Con los mejores de cada campo. Sin necesidad de asesores ni paniaguados. Ni
ambiciones de ningún otro tipo. Ya hemos alcanzado nuestras metas.
Es tiempo de devolver a la Sociedad lo que de ella recibimos.
Y lo haremos con generosidad.
Sabemos hacer las cosas. Construimos con éxito una
Transición, una Democracia representativa hoy desvirtuada y prostituida, y unas
Familias. Durante un tiempo (que fue a menos), fuimos un referente mundial,
industrial, política y socialmente hablando.
Lo volveremos a hacer, para dejar a nuestros hijos y nietos
una España lo más parecida posible, en valores, a la que nosotros recibimos de
los que, de uno y otro bando, la levantaron, hasta convertirla en la potencia
industrial que era en los años setenta. Una España respetada y admirada por
todos, como nuestra Historia merece.
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